Incendios

El humo de los incendios produce partículas microscópicas que penetran los pulmones, provocando irritación ocular y goteo nasal. Además, empeoran los cuadros de enfermedades cardíacas y pulmonares crónicas. Tanto a nivel europeo como nacional, se estima que más del 50 % de las muertes en incendios son provocadas por la inhalación de humo.

Las lesiones por inhalación causan daños a corto o largo plazo en los pulmones. Por este motivo, después de estar expuesto en menor o mayor cantidad a gases tóxicos, el afectado debe acudir a un especialista para verificar que su vía aérea no está bloqueada.

El tratamiento consta de una terapia de oxígeno o administración de medicamentos. Dependiendo de la gravedad de las lesiones, el paciente deberá usar un respirador. Para contrarrestar los efectos nocivos, se recomienda consumir alimentos ricos en flavonoides y antioxidantes. Según la web nutricional Sundt.es, estos pigmentos naturales y moléculas regeneran el tejido de los pulmones y eliminan agentes tóxicos restantes de la zona. Por último, se prohíbe la toma de antihistamínicos, pues secan las fosas nasales y entorpecen el trabajo de los cilios de eliminar subproductos del humo.

Debido a la graves consecuencias que produce la inhalación de humo, la Comisión Europea promovió un estudio orientado a regular la toxicidad de los humos generados por incendios, a consecuencia de los productos de construcción. Este estudio tomó dos vertientes: la recopilación y el análisis, así como la profundización de las reglamentaciones actuales y las que se podrían aplicarse en un futuro.

La investigación se presentó en el año 2017, con las estimaciones de que el 50 % de las muertes registradas en los incendios se debe a la inhalación de partículas tóxicas. Por lo tanto, se cuestionaron cómo los diferentes grados de toxicidad del humo afecta a las víctimas y si existiera alguna manera de regularlas o reducirlas, a fin de proteger a los afectados.

Lograron agrupar los productos tóxicos de incendios en dos tipos: e irritantes.

Asfixiantes:

  1. el monóxido de carbono (CO)
  2. el ácido cianhídrico (HCN)
  3. el dióxido de carbono (CO2)

Irritantes:

  1. los ácidos halógenos como el ácido clorhídrico (HCl)
  2. el bromhídrico (HBr)
  3. el fluorhídrico (HF).

En el estudio refirieron que la producción de gases tóxicos dependerá del desarrollo del incendio, así como de la arquitectura del edificio, la ventilación, las medidas de seguridad contra incendios, entre otros aspectos. Sobre todo, destacaron que el monóxido de carbono y el ácido cianhídrico son los principales causantes de muerte.

En este punto, descubrieron que las respuestas de los organismos reguladores nacionales no cuentan con los requisitos legislativos sobre la toxicidad, salvo en Polonia. Además, no registraron ningún interés de los países por desarrollar una legislación en esta materia.

En el estudio concluyeron que el humo “siempre es dañino”, sin importar sus niveles de toxicidad. Es por ello, que subrayan la necesidad de generar un control de la reacción al fuego de los materiales, obstaculizar su propagación y contar con medios de ventilación.