Cómo afecta el nuevo reglamento de incendios a tu establecimiento industrial

Hay normas que cambian poco en la vida de una empresa. Pero cuando hablamos de incendios y de seguridad industrial, no estamos ante un mero trámite burocrático: estamos ante la línea que separa la continuidad de tu negocio de una desgracia. El nuevo Reglamento de seguridad contra incendios en establecimientos industriales, aprobado por el Real Decreto 164/2025, es un golpe de realidad para todo aquel que gestiona almacenes, talleres o fábricas en España. Y conviene leerlo con lupa, porque no se trata solo de cumplir con la ley, sino de proteger la vida y la inversión.

Un reglamento que reemplaza al de 2004

Desde el 10 de mayo de 2025, queda derogado el ya veterano Real Decreto 2267/2004. Veintiún años después, se cierra una etapa normativa para abrir otra, con exigencias mucho más precisas y actualizadas a los riesgos actuales. La industria de hoy no se parece a la de principios de siglo: más maquinaria, más automatización, más logística y, en consecuencia, más exposición al riesgo.

La nueva norma afecta a todo lo que entendemos por establecimientos industriales: desde los almacenes de distribución hasta los talleres de reparación de vehículos, pasando por actividades auxiliares o servicios complementarios. La actualización no se queda corta: también toca otros reglamentos, como el de instalaciones frigoríficas, el de instalaciones de protección contra incendios y el Documento Básico DB-SI del Código Técnico de la Edificación. Todo un entramado que nos deja claro que la seguridad contra incendios ya no es un apéndice: es la columna vertebral de la actividad industrial.

Entrada en vigor y régimen transitorio

El 10 de mayo de 2025 será la fecha clave. Ese día entra en vigor el nuevo marco normativo. A partir de ahí, los establecimientos industriales de nueva construcción deberán adaptarse de inmediato. Los ya existentes no están obligados a una reconversión total, pero sí deberán observar determinadas exigencias que el propio reglamento especifica. Y atención a quienes tengan obras en curso: dispondrán de un plazo máximo de cuatro años para adaptarse a las nuevas reglas.

No es un detalle menor: muchas empresas podrán acogerse al régimen transitorio para terminar proyectos ya empezados. Pero cuidado, porque las licencias municipales tendrán que estar solicitadas dentro de los seis meses siguientes a la entrada en vigor de la norma. El que se retrase, deberá jugar con las reglas nuevas.

La importancia de los equipos de protección contra incendios

Uno de los mensajes más contundentes de este reglamento es la obligación de contar con equipos de protección contra incendios fiables y certificados. Extintores, sistemas de detección, rociadores automáticos, señalización… la lista es larga, y no se trata de elegir al azar. El texto refuerza la necesidad de revisar, mantener y certificar todos estos sistemas de manera periódica, porque de nada sirve un extintor colgado en la pared si, llegado el momento, está descargado o caducado.

Y aquí está la clave: este reglamento no solo legisla sobre muros y materiales, legisla sobre la capacidad de reacción de tu empresa ante un fuego real. ¿Qué implica? Que no basta con cumplir de cara a la inspección; se trata de tener la seguridad de que, llegado el momento, la respuesta será inmediata. Y créanos: cuando hablamos de fuego, los segundos cuentan.

Por eso, conviene detenerse y comprobar si tus sistemas cumplen con la exigencia. Desde algo tan elemental como un extintor, hasta los equipos más sofisticados, todo debe estar al día. Porque el reglamento viene con lupa, y la responsabilidad ya no es compartida: recae directamente sobre el titular del establecimiento.

Riesgos nuevos, exigencias nuevas

El sector industrial ha cambiado. El transporte y almacenamiento de productos químicos, la irrupción de energías renovables y el uso masivo de baterías de litio son realidades que hace veinte años apenas se contemplaban. Hoy son el pan de cada día. Y el reglamento lo sabe. Por eso obliga a introducir sistemas específicos para estos nuevos riesgos.

Las baterías de litio, por ejemplo, se han convertido en un quebradero de cabeza para los técnicos de prevención. Altamente inflamables, capaces de generar reacciones en cadena y muy difíciles de sofocar con métodos tradicionales. Para estos casos ya no basta un extintor convencional. Se requiere un equipo especializado como el extintor para baterías de litio, que se ajusta a las necesidades de este tipo de instalaciones.

Un repaso a los tipos de fuego y su tratamiento

No está de más recordar que no todos los fuegos son iguales. La normativa hace especial hincapié en los diferentes escenarios que pueden presentarse en un establecimiento industrial: incendios provocados por sólidos, líquidos inflamables, gases o incluso metales combustibles. Cada uno requiere una estrategia diferente, un agente extintor distinto y un protocolo preciso.

Por eso, el reglamento obliga a que los responsables de seguridad y los trabajadores reciban formación sobre los distintos tipos de fuego, porque la peor arma contra las llamas es la improvisación. Saber qué extintor usar, cuándo usarlo y cómo actuar marca la diferencia entre un conato y una catástrofe.

El papel del mantenimiento y la inspección

La nueva normativa endurece también los plazos y requisitos de las inspecciones. Se exige que todo equipo de protección contra incendios esté sujeto a controles periódicos, con informes certificados y responsabilidad directa para el titular del establecimiento. La excusa de la dejadez queda desterrada. En un incendio, el juez no querrá escuchar que “nadie me avisó de que el extintor estaba caducado”.

Además, se refuerza el papel de las empresas mantenedoras, que deberán cumplir con estándares más exigentes. Una cadena de responsabilidad que busca garantizar que, en el momento crítico, el equipo responda como debe.

Qué supone esto para tu establecimiento industrial

La traducción práctica de todo lo anterior es sencilla: hay que invertir en seguridad. El reglamento obliga, sí, pero lo que está en juego va mucho más allá de una sanción administrativa. Un incendio en un almacén puede suponer la pérdida total de stock, daños estructurales, paralización de la actividad durante meses y, en el peor de los casos, vidas humanas.

La buena noticia es que la tecnología está de nuestro lado. Sistemas automáticos de detección, rociadores inteligentes, materiales ignífugos de última generación… nunca antes hubo tantas herramientas disponibles para blindar una instalación industrial frente al fuego. La normativa simplemente viene a recordarnos que no basta con querer: hay que hacerlo.

Un antes y un después en la seguridad industrial

Este nuevo Reglamento de incendios en establecimientos industriales marca un antes y un después en la prevención. El industrial que lo vea como un enemigo, se equivoca. Porque más allá de la obligación legal, estamos hablando de proteger lo más importante: la vida, el empleo, el patrimonio. La seguridad ya no es un adorno; es el requisito mínimo para seguir en el mercado.

Y, como suele decirse, nadie valora un extintor hasta que lo necesita. Lo que este reglamento nos recuerda es que la prevención no puede esperar a que llegue el humo. Hoy, más que nunca, estar preparados no es una opción: es la única salida.