El humo suele ser tan o más letal que el fuego durante un incendio. Al respecto, las normas de evacuación sostienen que cuando el humo alcanza las vías de evacuación, las víctimas no deben pasar para evitar las asfixias. Precisamente, se trata de un factor que desencadena la muerte de las personas durante un siniestro no controlado.

La inhalación de humo proveniente de proveniente de materiales y gases en combustión es causante de irritación ocular y en las mucosas de las vías respiratorias ubicadas en la boca, garganta, laringe, y pulmones. Todo depende, en gran medida, del tiempo de exposición, la cantidad y nivel de toxicidad del humo inhalado. Estos factores deciden el daño o la lesión en el cuerpo.

El proceso de inhalación ocurre, con frecuencia, cuando una persona se encuentra atrapada en una estructura encendida en llamas, ya sea en una casa o en un conjunto habitacional. Igualmente, puede ocurrir si una persona se encuentra cerca de un incendio forestal.

El humo nocivo suele contener sustancias químicas tóxicas, tales como monóxido de carbono u otros materiales perjudiciales para la salud. Las sustancias dañinas pueden provenir de caucho quemado, carbón, plástico o cables eléctricos. Estos últimos suelen ser los causantes de los incendios provocados por humanos.

Cuando ocurre la inhalación del humo tóxico, los pulmones y las vías respiratorias se irritan y obstruyen, por lo que el oxígeno ya no puede ingresar al organismo y se genera una falla respiratoria.

Entre los efectos más comunes por la inhalación de humo tenemos la inflamación de las vías aéreas, moco, tos y broncoespasmos, que constituyen las defensas naturales del organismo y, en particular, del pulmón para repeler una intoxicación leve.

Cuando la exposición al humo es duradera, se pueden alterar diversas funciones biológicas, pues el humo nocivo pasa a través del pulmón a la sangre y de allí a otros órganos. Un caso de ellos es la intoxicación por monóxido de carbono. El bloqueo de la hemoglobina de la sangre ocurre con mucha rapidez, por lo que ya no puede conducir el oxígeno para distribuir a los órganos y tejidos corporales.

La inhalación de humo tóxico puede compararse con las exposiciones de los fumadores activos. Los efectos secundarios afectan al sistema inmune, por lo que es importante fortalecerlo tanto como el respiratorio, apunta la nutricionista de Guiadesuplementos, Romina Cerutti. “La alimentación es clave para tener un sistema inmunológico fuerte. El consumo de vitaminas C y E son importantes por el efecto antioxidante. Por otro lado, la vitamina K es esencial para el buen estado de los huesos y vasos sanguíneos”, sostiene la experta.

Entre los alimentos para prevenir infecciones y problemas respiratorios tenemos al té blanco, el kiwi, la cebolla, el eucalipto o la manzana. Todos contribuyen a fortalecer el sistema inmunológico y aportan las vitaminas y minerales esenciales para este trabajo de protección. De este modo, estaremos protegidos para evitar sufrir problemas de respiración y circulación.